Hablaba en mis anteriores post,
de la sorpresa que me deparó el Camino de Santiago .Encontrarme con un antiguo
compañero de clase, de mi etapa escolar, en la primaria, fue motivo de asombro,
para todos los que nos vimos involucrados en el descubrimiento. Nosotros dos,
nuestros hijos y acompañantes.
Me he preguntado muchas
veces ¿porqué en nuestras vidas nos cruzamos,
con determinadas personas y no otras? Y siempre encuentro la misma respuesta,
que me satisface: ¡Tenemos algo que compartir, algo que aportar y recibir! En
este caso, debo confesar que lo obtenido, ha enriquecido enormemente mi
visión sobre el Camino.
Creí reconocer a mi amigo al
entrar en una tienda, a comprar víveres, para la etapa del día. Se lo dije a mi
hija, quien incrédula me dijo: “Ala papá, no puede ser”. Estaba claro que debía lanzarme a preguntarle, sobre
su identidad. La última vez que lo ví, tenía 14 años, ahora 50.
Ante mi pregunta, observé una
cara de sorpresa , al escuchar, que alguien extraño en ese momento, pronunciaba
su nombre. Cuando me presenté, enseguida
supo situarme, y todos quedamos estupefactos ante la escena.
Compartimos las siguientes
etapas, durante algunos trayectos, que nos permitieron ponernos al día, y como
siempre ocurre en estos casos, uno descubre, que el rumbo de su vida, ha tomado
un sentido muy distinto, al que imaginaba en la niñez. Pero quiero centrar nuestro encuentro en el
Camino.
Él era todo un experto.Le he pedido que me escribiera, lo que me contó, sobre la
visión personal que tenía del Camino. Cuando me lo explicaba, entre Pamplona y Puenta
La Reina, quedé impactado, por la forma tan sencilla y a la vez profunda, en
que alguien es transformado por el Camino. Así que me callo y dejo parte de lo
que me ha escrito.
“Decidí ir al camino, después de
cerrar una etapa personal muy dura para mí. Decirte que la persona que llegó a Santiago, después de
30 días, no tenía nada que ver con la persona que salió de Roncesvalles. Cambié
muchos valores y aprendí mis lecciones de vida que después, apliqué a la vida
real.
Lo que aprendí, y lo que adquirió mayor importancia para mí, era, que debía vivir siempre, en el tiempo presente,
olvidándome del pasado y sin pensar en el futuro. Tal como te comenté, yo
entiendo el camino de esta forma:
Los primeros diez días, son
físicos, nuestro cuerpo no está acostumbrado a caminar, una media de 25 km
diarios, con una mochila a la espalda. El cuerpo se queja, quiere su cama, su
sofá, sus comodidades. Te salen agujetas, te duele la espalda, etc. La
geografía nos acompaña, sin contar la etapa de Sant Jean a Roncesvalles, que es
durísima; después, toda la bajada de Roncesvalles a Pamplona, la subida del
Perdón y bajar, etc.
Cuando llegas por Santo Domingo
de la Calzada, tu cuerpo ya se ha acostumbrado a la marcha diaria, y entonces,
entras en la segunda fase.
Fase emocional, donde yo trabajé
mucho, mis emociones. Mis miedos y mis alegrías. Ya sabes que caminamos en
silencio, y entras como en un estado de meditación. Me pegué un buen lote de
llorar y de vaciar “mierda” acumulada, desde hacía muchos años. Me cabreaba por
las injusticias, que según yo, me había traído la vida, etc. Fue una
experiencia maravillosa, porque me liberé de todo, es como si lo hubiese tirado
a la basura, y como si volviera a nacer.
Geográficamente, sería hasta
llegar a León, hemos atravesado Castilla, con sus grandes extensiones de campos
y sin referencias donde distraerse, donde te obliga a mirar a tu interior, si o
si.
La tercera fase es para mí,
espiritual, te quedas como conectado con todo el universo, todo fluye, y desarrollas
unas percepciones fantásticas. Hablas con el universo, con Dios, o con quien
creas, y tienes respuestas, respuestas a tus preocupaciones, etc.
Geográficamente desde León hasta
Santiago. Muy, muy importante, el momento de la Cruz de Hierro, donde no sé si
sabes, que se acostumbra a tirar una piedra, como símbolo de tu transformación.
Yo, mi primer camino, lo hice en
invierno, donde no hay nadie, y no es como ahora que está lleno de peregrinos.
Eso comporta, que estás mas solo, y que trabajas, más a fondo”
Lo dejo aquí. A mí, mientras me
llevaba a un ritmo que no era el mío, y que luego me pasó factura, me dejó
material para meditar durante todo el día. Aún hoy, sigo profundizando en tan rica
experiencia.Realmente el Camino, te habla... ¡Gracias amigo!
Que sabio y profundo lo que escribe tu amigo, una vivencia personal muy enriquecedora. Gracias por compartirla!
ResponderEliminarUn abrazo,
Que buena gente haciendo el camino y cuanto bueno para aprender,gracias.
ResponderEliminarUn cariñoso saludo.
Gracias por compartirlo Angelo, un abrazo.
ResponderEliminarYo estoy segura de que Dios, nos va poniendo a las personas que necesitamos en cada momento. Este primer camino tuyo, ha sido para que te encontraras con tu amigo de la infancia. Agradece a Dios ese regalo que te ha hecho. Un besote
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir, es una experiencia muy enriquecedora, preciosa.
ResponderEliminarUn abrazo.