8 agosto 2012
Alicia ha dormido toda la noche, por el contrario, yo no he
pegado ojo. A las 5 de la mañana, veo asombrado, que los primero peregrinos del
día, comienzan a caminar y me pregunto: “¿dónde van tan temprano, si no se ve
nada?” …
La etapa de hoy, comprende desde Roncesvalles a Zubiri( 22
kilómetros ). El camino en Roncesvalles, empieza adentrándose en un
bosque, de ahí mi sorpresa, ante el madrugón de algunos, al ver como se
dirigen hacia la oscuridad. Siento una
necesidad imperiosa de imitarlos, pensando que con las linternas que
llevamos, podremos caminar, así que impaciente, despierto a Alicia.
A las 6,30 h. salimos del Hostal, notamos que los nervios
están en plena juerga y hacemos lo posible, para que ésta finalice. Ofrecemos a
Dios el día, pedimos a la Virgen, San José y nuestros ángeles custodios que nos
acompañen. Ante la primera flecha que nos indica, que debemos adentrarnos en el
bosque, pido a mi hija que nos detengamos un instante. Me inclino, hasta besar
el suelo, como símbolo de ponerme a disposición de Dios, en ese camino que me
invita a recorrer, haré lo mismo, cuando lleguemos a Santiago. Noto la sorpresa
reflejada en la cara de Alicia, pero ello me da pie, a explicar el simbolismo
de ponerse de rodillas, ante el Creador y besar la tierra. Le hablo, de como Juan Pablo II, lo hacía en cada viaje que realizaba.
Entramos en el bosque, donde podemos caminar, gracias a las
linternas que llevamos en la cabeza. Un buen rato de silencio, que me sirve
para meditar, sobre las veces que en mi vida ,camino en la oscuridad y que
gracias a una luz, la luz de la Fe, puedo seguir avanzando. Para relajar un
poco la tensión, hago bromas con Alicia : “quien iba a decirte a ti, que
caminarías por un bosque, en la oscuridad de la noche”, quiero meterme un poco
con ella y le hablo de alguna película de terror que hemos visto. De las
leyendas de brujas, que circulan sobre estos lugares… y me hace callar de
inmediato. No puedo contener la risa…. Compruebo que soy el único que se ha
atrevido a salir en manga corta, veo a los demás peregrinos abrigados, hace
fresco, pero yo no tengo frío.
Empieza a clarear, y descubrimos un camino abovedado, por el
gran follaje de los árboles, y casi sin darnos cuenta, descubrimos que ya hemos
andado 3 km. Llegamos a Burgete, donde nos paramos en un bar a desayunar, unas tostadas de mantequilla con mermelada y un café con leche. Entran otros peregrinos y me suena la cara de uno de ellos, pero no logro situarlo.
Lo comento con Alicia, quien incrédula, me hace abandonar la idea de indagar.
Llegados a Espinal, comienza una serie de subidas y bajadas
resbaladizas, aunque el paisaje en esta etapa está siendo precioso. Pinos,
abedules, hayas, el sonido de los pájaros, vacas, caballos, imposible no elevar
una acción de gracias al Creador por todo lo que nuestros ojos ven. La sucesión
de peregrinos es continua. Empezamos a descubrir el saludo que nos acompañará,
cada vez que nos cruzamos con uno de ellos: “Buen Camino”.
Me admira encontrar a peregrinos en bicicleta, en algunos tramos, el camino les ofrece mucha
dificultad. En Lintzoain (13 kms ya andados) nos encontramos con un trecho empinadísimo. Empiezo a notar el cansancio y la dureza de la etapa. Le pido a mi hija, que paremos en las subidas, me falta el aliento. Noto unos tirones en
los muslos y una especie de calambres. Pienso: “Jolín, que poco voy a durar”…
pero al seguir caminando, se me pasa.
A esta altura, comenzamos un propósito marcado para el
camino, dejar escrito en algún lugar, el nombre de la persona por la que ese
día rezamos. Hoy toca a Rosi, así que cogemos una piedra y reflejamos su nombre
en ella.
El calor, se ha subido a nuestro carro. ¡Mucho calor…!
Paramos diez minutos, que aprovechamos para comer unas nueces con pasas y beber
un poco de líquido.Cuesta volver a cargar la mochila.
Retomamos el camino y me viene a la mente la Oración de
Jesús: “Señor Jesús, ten misericordia de mí”. La invocación era repetida por
los monjes de modo incansable, miles de veces al día. Esta devoción se
convirtió en una de las prácticas de piedad más comunes en oriente. Me ayuda a
recogerme y vivir en presencia de Dios. Tras un buen rato de silencio, le
explico a Alicia , el origen de la oración de Jesús y le invito a que la haga
durante el camino, pensando en todos aquellos que no conocen a Dios.
Tras pasar por la
ruinas de la venta del puerto, nos sorprende un descenso pedregoso, que se hace
inacabable para mí. Me duelen mucho las piernas y los pies. El calor es agobiante,me dan ganas de tirarme al suelo y parar. Le pregunto a Alicia como está, y me manifiesta, su cansancio y dolor a modo de
pinchazos en sus piernas. Por fin accedemos a Zubiri a través del puente de La
Rabia, debajo, las aguas del río Arga. Son las 12.10 h. . Hemos tardado 5 horas
40 minutos.
Estamos tan agotados que decidimos pasar la noche en un
Hostal. El albergue municipal, está a
tope. En cuanto nos instalamos, nos dirigimos al río, para refrescarnos los
pies. Al comprobar la gelidez de su agua, desistimos tomar un baño. Los
peregrinos jóvenes, más valientes se atreven, pero son pocos los minutos que
aguantan dentro.
Entramos en una tienda a comprar víveres para prepararnos la
comida y vuelvo a encontrarme con el peregrino, cuya cara me sonaba. ¡Ya está,
descubro quién es! Un compañero de clase de mi infancia. Lo comento con Alicia
y me dice que no puede ser. No aguanto más, así que me dirijo hacia él , y …. ¡
si, si, lo es.. y él se queda de piedra también… Una vez más hay que decir:“¡qué pequeño es el mundo!” Le acompaña su hijo y un amigo de éste, que son de
la edad de Alicia, así que me alegro también por ella, porque ha encontrado
unos amigos para el camino.
Nos vamos al hostal, a dormir una larga siesta. Antes
hacemos la colada y nos duchamos. Al levantarnos, salimos a dar una vuelta por
el pueblo. No hay nada que ver. Preguntamos el horario de misa, pero la Iglesia no abre.
Tras la decepción, decidimos irnos al hostal y dedicarlo a descansar, escribir
y leer.
Nos hacemos unos bocadillos de jamón y aprovechamos ese momento de la cena, para repasar las anécdotas de la jornada. A las 22 horas decidimos irnos a dormir. ¡Estamos agotados!