En el bar ya han cerrado la cocina, y dicen que solo sirven
bocadillos, así que resignados ,
aceptamos unos bocadillos de lomo. Habíamos soñado con un buen plato de patatas
fritas, baicon y huevos … ohhhhhhh...
Nos sentimos agotados , se refleja en nuestro silencio. Es
uno de los días más calurosos. La vuelta al hostal se hace penosa. El sol nos
da de lleno, los pies están doloridos. Estamos deseando coger la cama y
descansar. Dormimos una buena siesta de tres horas. El pie me duele cada vez
más, casi no puedo apoyarlo. Me pongo una crema antiflamatoria y me lo vendo,
pero no logro ver disminuido mi dolor.
Decidimos ir a misa. Es sábado, y no sabemos si el domingo, en nuestra siguiente etapa, encontraremos misas, así que preferimos asegurarla,
aunque no nos apetece nada salir del hostal. La iglesia está a un kilómetro,
nos encontramos por el pueblo a varios peregrinos conocidos, haciendo turismo.
No encontramos la iglesia, así que preguntamos a la primera persona que se
cruza con nosotros. Es una señora, y se ofrece a acompañarnos. La Iglesia es
muy bonita, dedicada a San Miguel. Una vez más, la consolación me es regalada desde lo alto. Me
encanta estar allí en la iglesia, con su historia, sus imágenes, el pensamiento
de tantos peregrinos que habrán pasado por ella, las miles de plegarias que
allí se han depositado… realmente es un oasis a mi cansancio. Alicia, me
acompaña resignada, noto que no se encuentra bien y que desearía estar
descansando, pero no se queja.
El sacerdote al finalizar la misa, invita a los peregrinos a acercarse al altar para impartirles la bendeción del peregrino. A mi me encanta cada vez que lo hacen. Llega a emocionarme y me produce un gran consuelo interior.
Al terminar la misa, nos despistamos para volver al Hostal,
así que durante quince minutos andamos perdidos, intentado buscar alguna
referencia conocida. No nos bastan los kilómetros que andamos durante la
jornada, tenemos fijación por seguir andando aún cuando no toca.
Nuestra cena va a ser muy ligera. Nos hemos ido a comprar
embutidos y pan bimbo a un supermercado Dia, cerca del hostal. Alicia no tiene mucha hambre. Recibe una llamada de teléfono de una amiga, que le alegra la jornada. Así que se va un
rato a la calle (por la cobertura) a charlar con ella. ¿Un rato?... una hora de
reloj y no sube, así que tengo que darle un toque para que lo deje.
Son las 21,30 h. yo ya no puedo más, el dolor del pie se me ha
calmado, aunque me deja preocupado. Decidimos acostarnos pronto, para madrugar.
Volvemos a mencionar el pánico a caminar con el sol encima de nosotros. Nos
dormimos enseguida. Aguardamos el reto de la próxima etapa.
Madre mía Angelo, definitivamente yo no estoy preparada para hacer el camino.. quizás en otra ocasión, me encantó el relato, gracias, un abrazo.
ResponderEliminar¿Qué tal se hace el camino en Otoño? ¿sabes algo Ángelo? ¿qué época o mes es el mejor?
ResponderEliminarTengo que ir preparándome el cuerpo.
Un saludo!
Los que encontré, que ya lo habían hecho varias veces, dicen que Mayo, es ideal, la ventaja del otoño y del invierno es que encuentras sitio de sobra en los albergues
EliminarSigo tus peripecias... Seguro que ese momento de la bendición del peregrino, es especial. Espero sentirlo algún día. ABRAZOS.
EliminarJooo...siempre nos dejas con la miel en la boca,¡ala! pues a esperar el siguiente capítulo :)
ResponderEliminarUn cariñoso saludo y mi admiración.
Pd: ¡¡¡Animo Br con el Camino!!! :))