9 agosto-2012
Etapa :Zubiri- Pamplona. Salida a las 7.45- Llegada a las
13.10. Km. recorridos hoy: 21. Km totales: 42.14
Hemos dormido profundamente, aunque nos hemos quejado los
dos, de que las agujetas, no han dejado de molestarnos durante el descanso
nocturno.
Como la etapa de hoy,
tiene un par de kilómetros menos, decidimos levantarnos un poco más
tarde. Al salir a la calle compruebo que no hemos sido los únicos que atrasaron
su despertador.
Al salir del hostal, nos encontramos de nuevo con los amigos
del día anterior. Antes de emprender la marcha, compramos algunos víveres para
el camino. Ellos se quedan un rato más. Alicia y yo reanudamos el camino.
Ofrecemos el día a Dios, pedimos la intercesión de María, y
los ángeles custodios, y guardamos un buen rato de silencio. El paisaje es
precioso. El bosque dominado por robles , pinos y boj, hace que sea agradable atravesarlos.
Nos pasan muchas bicicletas en esta etapa, llevan un ritmo que me admira.
Al llegar a Irotz, (11 km. Desde Zubiri), encontramos a un
vecino del pueblo, sentado en el portal de su casa, que nos ofrece su bota de
vino, para refrescarnos. La acepto con gusto, aunque tengo que advertirle que Alicia
es menor, porque no deja de insistir, en que ella también se anime. Me ha
encantado este detalle de hospitalidad. Mi hija se queda gratamente sorprendida,
y me lo hace saber.
Noto que llevamos un ritmo más rápido, vamos adelantando a
bastantes peregrinos que han salido antes que nosotros. Alicia, se queja de las agujetas en las
piernas. Yo no las noto, pero el calor empieza a querer acompañarnos.
Solemos parar cada dos horas, unos 10 minutos, para comer y
beber alguna cosa. Aunque apetece mucho, no volver a levantarse, y quedarse
tumbado un buen rato. Hay que hacerse violencia y volver a cargar con una
mochila, que empieza a ser una pesadilla para nosotros. Yo llevo casi 9 kilos
encima y Alicia unos 7 .
Bebemos agua sin parar. Hay que hacerlo aunque no se
tenga sed. Me dice un peregrino experto, que si no se bebe, el cuerpo acude a
buscar líquido a los tendones y de ahí, que las tendinitis aparezca
frecuentemente entre los peregrinos. Así que
tengo en cuenta su consejo.
Veo a varias chicas jóvenes que hacen la peregrinación a
solas, y me llama profundamente la atención. Lo mismo, que las cinco personas
mayores , que a su ritmo siguen la misma
senda que nosotros. Son extranjeras, inglesas y francesas. Me encanta cuando
pasamos y con una sonrisa dulcísima nos dicen en español, con su acento natal :
“Buen Camino”. Encuentro admirable, que se embarquen en esta aventura, solas y
con su edad.
Me fijo en un joven rapado al que pasamos, también
nos ofrece una sonrisa de oreja a oreja, pero lo que ha reclamado mi atención en él, es su calzado. Lleva unas botas de montaña, más propias de nieve que de
senderismo. Se nota que lo está pasando mal, en la forma en la que camina. Le
pregunto de donde es, y me contesta que inglés. “All right”? …yes,yes. Good
way!... le comento a Alicia, que me da mucha pena verlo en ese estado. No debe
tener mas de 19 años y está haciendo el camino solo.
Doce del mediodía, hace mucho calor. Empezamos a notar un
gran cansancio, que nos hace parar varias veces. Aprovechamos cada fuente que
encontramos, para meter la cabeza en ella, yo empapo mi gorra para aliviar mi
cabeza, y se seca enseguida. Nos hemos aplicado protector solar, porque el sol
nos da por la espalda, nuca y la zona de los gemelos, donde ya hemos visto
algunas quemaduras en gente no tan previsora.
Los dos último kilómetros antes de llegar a Pamplona, se han
hecho eternos. Se pasa por Burlada, un municipio con casi 18.000 habitantes. Hay
que ir esquivando todo el tiempo, a las personas que van por la calle , que a
esa hora está muy concurrida.
Llegamos a Pamplona, atravesando un precioso puente, y viene
una de las cosas que mas odia Alicia. Llegar a la meta, y tener que buscar donde
está el albergue. Pamplona es una gran ciudad, así que hay que ir preguntando.
Nos alojamos en el albergue Hemingway, hemos tenido que
caminar ,un kilómetro más para encontrarlo. Al verlo quedamos decepcionados. La
bienvenida y el trato por parte de los recepcionistas ha sido magnífico. Son
gente joven, pero lo que tenemos ante nuestros ojos, es muy distinto a lo que
hemos visto en internet. Habitación
pequeñísima, todo muy apretado, da a un patio interior ,donde solo se ven
sábanas tendidas. No hay aire acondicionado, ni ventilador, uno de los baños
compartidos, tiene una cortina asquerosa, que tienta a abandonar la idea de
ducharse en ese lugar. Estamos demasiado
cansados para pensar en ello...
Salimos a comer, un menú del peregrino. Hacemos la colada, antes de acostarnos a la
siesta ,y por la tarde, aprovechamos para visitar la ciudad, antes de la misa.
Alicia se queda enamorada de Pamplona. No para de decírmelo.
En la misa presento las necesidades de todos los que se han
encomendado a nuestras oraciones. Hoy la ofrezco de forma especial, por un amigo
al que le han detectado un cáncer. Al terminar la Eucaristía, Alicia me pide
volver a pasear por las calles de Pamplona. La verdad es que también yo ,quedo
encantado con sus calles y sus tabernas que me llaman poderosamente la
atención. ¡Todo es muy caro! Hemos decidido que hoy cenamos bocata.
Volvemos a las 21 h. al albergue y a las 22, intentamos dormirnos. Sentimos
nuestros cuerpos apaleados.